Los drones espías perturban el espacio aéreo VIP y monetizan los momentos privados

Ver a un famoso puede ser una experiencia muy codiciada para un fan, un admirador o un delincuente. Los paparazzi esperan pacientemente en restaurantes, hoteles y en el exterior de residencias privadas para captar los momentos más vulnerables de una persona, desde recibir invitados en su casa, llevar a sus hijos al colegio, viajar al trabajo o disfrutar de unas vacaciones. Una parte importante de ser una A-lister es asegurarse de que su marca y su imagen están en demanda, pero sin dejarse sobreexponer, o a costa de su seguridad privada. Cuando una foto puede significar un gran día de pago para un espía, esta regla no escrita puede verse fácilmente comprometida, especialmente si un VIP no espera a un intruso en su espacio aéreo.

Drones sobre viviendas particulares

Los drones han sustituido rápidamente a los teleobjetivos como tecnología líder para captar de forma rápida y encubierta momentos privados. Al detectar un dron antes de que entre en una propiedad privada, las personas pueden retirarse a sus casas, capturar pruebas de la intrusión, trazar la trayectoria de vuelo del dron y localizar al piloto. Los datos forenses pueden utilizarse para respaldar acciones legales en caso de que una persona sea amenazada físicamente o de que un espía monetice las imágenes captadas.

Existen pocas protecciones para los particulares cuando se trata de intrusiones de drones en su propiedad. La propiedad de una vivienda no equivale a la propiedad del espacio aéreo. En muchos países, como Estados Unidos, el gobierno federal tiene la soberanía exclusiva del espacio aéreo. Las leyes evolucionan a medida que se producen más incidentes con drones, como la normativa aprobada en 2015 por el Estado de California, que cambia la definición de "invasión física de la privacidad" para incluir el envío de un dron al espacio aéreo para hacer una grabación o una foto.

A diferencia del allanamiento de terrenos, donde los propietarios tienen derechos para defender su seguridad, la protección del espacio aéreo no está adecuadamente definida en las leyes actuales. Es un delito federal interferir o destruir un dron, aunque esté sobrevolando la propiedad privada de una persona. Esta limitación obliga a las personalidades y a los propietarios a adoptar un enfoque proactivo y ofensivo para protegerse de las amenazas de los drones, incorporando programas de detección de drones y de seguridad del espacio aéreo a su ecosistema de seguridad actual.

Una cadena de televisión filmó al gobernador de un estado de Estados Unidos en su casa. El Vaticano está planificando el uso de drones terroristas y elaborando protocolos de seguridad para proteger a los líderes religiosos. Un operador de drones de Chicago fue acusado de allanamiento de morada tras espiar a un vecino en un rascacielos. Un dron se estrelló en los jardines de la Casa Blanca. El dron de un cineasta se estrelló contra una vivienda, causando daños. Una mujer que tomaba el sol resultó herida por la caída de un dron cuando se encontraba en la piscina de un complejo turístico. Los deportistas están descubriendo drones no invitados filmando sus eventos en el patio trasero, e incluso desplegando medidas de detección en sus bodas. Ninguna isla privada, complejo turístico, yate o propiedad es inmune a las interrupciones de los drones, y es responsabilidad de las personas y de sus equipos de seguridad personal mirar al cielo y asegurarse de que las familias y personalidades a las que protegen no están siendo vistas o espiadas desde alturas inalcanzables.

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